Las Amistades Peligrosas

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Quién nos iba a decir a nosotros, generación abanderada del poliamor y las relaciones abiertas que ya estaba todo inventado. En el siglo XVIII ya se intercambiaban amantes y repartían amor indiscriminadamente entre las clases más altas de la aristocracia. Esto es lo que más sorprende del libro de “las relaciones peligrosas”: la contemporaneidad de la ideología y de los personajes.

El Vizconde de Valmont y la Marquesa de Merteuil son los perversos protagonistas que juegan a manipular a aquellos que están a su alrededor por el puro placer del entretenimiento. Si bien el personaje del eterno conquistador ya está muy visto, al combinarlo con un personaje femenino innovador, poderoso e independiente, crea una trama entretenida de intrigas y venganzas. Lo que demuestra que el aburrimiento de los ricos y el cinismo correspondiente lleva ocurriendo durante siglos.

Centrándonos un poco más en la protagonista femenina, ya que es de los puntos fuertes de la novela, lo que más me impresionó es que siempre buscó su independencia. Consiguió tener multitud de amantes sin perder el respeto y la dignidad, fundamentos de la sociedad del siglo XVIII. También sorprende la superioridad que ejerce en los hombres y su astucia para la intriga.

Estructuralmente, la historia se cuenta a través de las cartas que se escriben unos personajes a otros, lo que permite al lector saber lo que piensa y lo que cree cada uno siendo consciente de quien engaña y de quien se deja engañar. Lo único malo de este sistema es el lenguaje rimbombante de la aristocracia cuando habla de términos abstractos como el amor y de discusiones de retórica entre el amor y la amistad.

Pero si bien las formas se pueden perdonar, un poco más difícil es perdonar el final. (A partir de aquí destripo una parte del final). Después de haber mostrado dos personajes semejantes durante toda la novela, igual de independientes y manipuladores es injusto mostrar más piedad por uno que por otro. Es decir, una vez se declara la guerra entre Valmont y la Marquesa, el primero muere víctima de un duelo y la segunda se ve relegada al desprecio social, mientras los hombres con los que había estado son tratados con indulgencia por haber sido “embaucados” por ella. Por si la benevolencia hacia el sexo masculino no fuese suficiente, (ya que era inherente en la cultura de la época, hasta cierto punto es comprensible) el autor se encarga de condenar a la Marquesa con las marcas de la viruela haciendo que pierda su belleza, como una moraleja divina completamente gratuita.

A pesar del desafortunado final, eso no impide disfrutar del resto del libro y de las intrigas de los personajes, al más puro estilo de telenovela.

Imagen y texto por Clara Raposo.